domingo, 19 de julio de 2020

Mi estrategia es más profunda y más simple

Capítulo Vigésimo

Táctica y estrategia
por Mario Benedetti


Mi táctica es mirarte,
aprender como sos,
quererte como sos.

Mi táctica es hablarte
y escucharte,
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo,
no sé cómo ni sé
con qué pretexto,
pero quedarme en vos.

Mi táctica es ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos simulacros
para que entre los dos
no haya telón ni abismos.

Mi estrategia es,
en cambio,
más profunda y más simple.

Mi estrategia es,
que un día cualquiera,
no sé cómo ni sé
con qué pretexto,
por fin me necesites.

lunes, 20 de abril de 2020

¿Quien dijo miedo?

Capítulo Décimo Noveno

Para Santy


El cielo se oscureció rápidamente. Los cinco gatitos miraban a la ventana asustados presintiendo la tormenta que se avecinaba. En silencio escuchaban el viento que enfurecido azotaba las contraventanas de madera fuera de la casa.
Zas, zas, zas, zas, zas?
El aire entraba por las rendijas de la vieja casa silbando de manera escalofriante:
- Uhhhhhh, Uhhhhhh.
Todos se acurrucaron en un rincón con mucho miedo.
Diego, el hermano mayor, trató de hacerse el valiente delante de los gatitos y dijo:
- No hay nadie, solo es el viento que sopla, no tengáis miedo.
Pero en ese momento, un rayo zigzagueo en el cielo iluminando toda la estancia, haciendo aparecer unas gigantes sombras en las paredes, que hicieron que todos retrocedieran y se abrazaran tiritando. Yaiza que se encontraba al lado de una puerta de cristal, vio cómo unos ojos relucientes la miraban fijamente desde el otro lado.
- ¡¡Miaaauuu!! Chilló muy asustada a la vez que daba un gran salto haciendo una pirueta en el aire, para caer enseguida aplastando a su hermana Canela, que gimió dolorida sin saber qué había pasado.
-¡Hay alguien ahí! ¡Lo he visto! ¡Hay alguien ahí! Repetía una y otra vez balbuceando muy nerviosa y con los pelos de punta.
Diego se acercó a ella y agarrándola por el lomo con su boca, la zarandeó varias veces intentando que se calmara.
-¡Te quieres callar! - dijo entre dientes sin soltarla - ¿No te das cuenta que estás asustando a los más pequeños?
- Era tu reflejo, la trató de explicar, eras tú la que?
Aún no había acabado de hablar, cuando un ruido ensordecedor tronó en la habitación haciendo  que todos se encogieran y  abrazaran fuertemente unos a otros.
- Prurumprumpuuuuuuuuummmmmmm?
Santy, el  más pequeño de los gatitos, notó cómo un reguero de pis caía entre sus patitas y empezó a gemir diciendo:
- ¡Tengo miedooo! ¡Tengo mucho miedooo! Sniffff?
Canela junto a  su hermanito, le apartó rápidamente del charco de orina que había dejado en el suelo y le abrazó  susurrando:
- No llores Santy, sólo ha sido un trueno, no te dejaré solo.
Diego habló para tranquilizar a todos:
- Es una tormenta, pronto pasará y volverá la calma, no temáis hermanitos.
La lluvia empezó entonces a golpear repentinamente contra los cristales con muchísima fuerza. Todos se volvieron al escuchar el ruido en la otra esquina  de la habitación
- ¡Plof, plof, plof, plof, plof!?
Una enorme gotera en el techo comenzaba a gotear y el agua que iba escurriendo por la pared, estaba mojando un antiguo reloj allí colgado. Los tictac empezaron a hacerse más lentos, hubo un momento en que los sonidos llenaron la habitación:  Tic, Plof, Tac, Plof,Tic, Plof, Tac, Plof.
Estaban tan ensimismados mirando a la pared del reloj, que ninguno se dio cuenta de que alguien había entrado en la habitación. Era un enorme perro que llegaba empapado buscando refugio. Pensaba que la casa estaba vacía y al encontrarse allí a toda la familia de gatos, cayó de espaldas asustado tropezando con un viejo mueble de madera.
Fue entonces cuando le vieron. Aterrorizados, de nuevo se acurrucaron, ésta vez detrás del gato mayor buscando protección. Diego, disimulando el miedo que sentía, se adelantó unos pasos y se puso en posición de ataque para protegerles si llegaba el caso.
Pero el perro, dijo levantándose del suelo y sacudiéndose el agua:
- ¡Qué susto me habéis dado! Creía que no había nadie en la casa. ¡Vaya tormenta!
Les dijo que se llamaba Cachorro y les empezó a hablar amigablemente.
Pero con el susto a Santy le empezaron a castañear los dientes, también tenía mucho frío y Canela empezó a lamerle para tranquilizarle, primero las patitas, luego la tripa, las orejitas, poco a poco hizo que el pequeño entrara en calor y se quedara dormido acurrucado a ella.
- ¡Qué bien huele!, ¡Qué hambre tengo! - decía Santy en su sueño, mientras iba siguiendo el rastro del olor a comida, con su nariz levantada por toda la casa. Al fin llegó a un lugar donde había un plato humeante de leche muy caliente, y empezó a beber sintiendo un enorme placer. Todos le miraron extrañados, Santy hacía unos ruidos muy raros mientras dormía.
¿Por qué no jugamos a cantar? Dijo al rato Cachorro con voz animada, así se pasará el tiempo más rápido y estaremos entretenidos.
- ¡Eso, cantemos! -dijo Kika, que había estado muy callada hasta ese momento- tiene razón, así estaremos entretenidos. ¡Vamos venid!
Todos los gatitos se pusieron junto a Cacharro haciendo coro a Santy que seguía dormido sin enterarse de nada, y  se quedaron callados.
Y Cachorro empezó a cantar:
- Al pasar la barca, me dijo el barquero, las gatitas lindas no pagan dineroooo - a la vez que graciosamente imitaba haciendo muecas  a un gondolero.
Kika cantó también:
- Dónde están las llaves, matarilerilerile, dónde están las llaves, matarilerileroooooo - terminaron todos de cantar con la gatita.
Poco a poco se fueron animando a cantar intentando olvidar la tormenta. Los gatitos reían con las ocurrencias de Cachorro que resultó ser muy divertido. Sin apenas darse cuenta, y muy cansados fueron quedándose dormidos.
Al amanecer, la luz que entraba por ventanas y rendijas en la habitación, les fue despertando poco a poco. Se miraron unos a otros bostezando y estirando sus cuerpos entumecidos. Yaiza  tenía los ojos hinchados y los pelos de punta y todos rieron al verla.
El primero que se levantó a mirar por la ventana fue Cachorro. seguido de Diego y de todos los demás. Todo se veía diferente ahora, ya no llovía y lucía un sol espléndido,
Y todos pensaron que gracias a la tormenta que tanto les había asustado habían hecho un nuevo amigo que era muy divertido.

viernes, 19 de agosto de 2016

Un hombre enamorado de ti.

Capítulo Décimo Octavo


A SARA


“No puedo pedirte que te enamores de un extraño, eso es absurdo; pero, quiero pedirte que, al momento de entregar tu corazón, lo hagas a sabiendas de que quien está a tu lado, es un hombre que sabrá amarte y apreciarte por la mujer que eres.”

“Quiero pedirte, que te enamores de un hombre de verdad; uno, que te persiga con la mirada, como un león hambriento; y que, se pierda en el brillo de tus ojos, aún en la oscuridad. Enamórate de un hombre, para el cual tú seas la única mujer en este mundo; y, que sea capaz de construirte un castillo, aunque solo tenga un lápiz y papel.”

“No puedo pedirte que te enamores de un hombre que lo haga todo; sin embargo, te pido que te enamores de un hombre que esté dispuesto a hacerlo todo por ti.”

“Quiero que te enamores de un hombre con la suficiente hombría para cocinar por las noches, o cuándo estés cansada. Un hombre que pueda coser un botón de tu blusa favorita, para que puedas llegar a tiempo a esa reunión; y, por qué no, que te diga al oído que: todo estará bien.”

“Enamórate de un hombre que valore a Dios, a la familia y los amigos. Pues en la vida, necesitará de todos ellos. Y, si es un ladrón, procura que te robé solo algunos besos; pues, ya te habrá robado el corazón.”

“Quiero que te enamores de aquel que acaricie tu rostro y juegue con tu pelo, así sabrás que su mente está solo contigo. Cualquiera puede decir un “te amo”; pero, el amor se demuestra cada día, y en los pequeños: “te quiero”…”

“Quiero que te enamores de un hombre que procure llenarte de alegría; y que te haga sonreír, aún en tus días más difíciles. Enamórate de aquel hombre, que no se aproveché de ti, ni aún en tus momentos de vulnerabilidad. Un verdadero hombre te respetará, incluso, cuando tú no quieras.”

“Enamórate de un hombre que no haga alarde de los bienes que tiene; sino, que sepa apreciar y valorar todo aquello que ha vivido, las personas con las cuáles ha compartido y las experiencias que en la vida ha acumulado.”

“Enamórate de alguien a quien le guste cocinar y ejercitarse, así tendrás la excusa perfecta para comer tus caprichos; y luego, pasar el tiempo juntos: “quemando esas calorías”. Quiero que te enamores de un hombre que esté dispuesto a llevarte la contraria; y, que tenga un punto de vista distinto al tuyo. Así, en la salud, la distancia o la enfermedad, sabrás que siempre podrás contar con alguien que estará a tu lado: a pesar, de cualquier diferencia.”

“Enamórate de un hombre que te tenga presente a cada momento del día; y, que te llene la vida de detalles. Un hombre, que jamás te oculte lo que siente; y te diga, lo que necesitas saber. Quiero que te enamores de alguien que sepa escucharte, aún en el sórdido silencio del olvidó.”

“Enamórate de un hombre que sea libre, que sea tuyo; que te amé, y que se deje amar por ti. Enamórate de alguien que, aunque no sea yo, te haga feliz.”

“Al final, si aún no has comprendido, eres tan digna de este amor tan tuyo y tan mío, que aquél de quién te enamores sabrá, que: sólo un hombre de verdad, es digno de ti.”

“No te conformes con menos… Nunca bajes el listón de lo alto.”

“Te lo dice un hombre enamorado de ti, tu padre.”

domingo, 24 de julio de 2016

Estos ojos no lloran más por ti.

Capítulo Décimo Séptimo


Nos Sobran los motivos
Canción de Joaquín Sabina

Este adiós, no maquilla un "hasta luego",
este nunca, no esconde un "ojalá",
estas cenizas, no juegan con fuego,
este ciego, no mira para atrás.

Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré,
ahórrate el acuse de recibo
estas vísperas, son las de después.

A este ruido, tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón, podrido de latir
este pez ya no muere por tu boca
este loco se va con otra loca
estos ojos no lloran más por ti.

sábado, 26 de abril de 2014

No hay adultos, sólo niños envejecidos

Capítulo Décimo Sexto


Niños y adultos
Poema de José Emilio Pacheco


A los diez años creía
que la tierra era de los adultos.
Podían hacer el amor, fumar, beber a su antojo,
ir a donde quisieran.
Sobre todo, aplastarnos con su poder indomable.

Ahora sé por larga experiencia el lugar común:
en realidad no hay adultos,
sólo niños envejecidos.

Quieren lo que no tienen:
el juguete del otro.
Sienten miedo de todo.
Obedecen siempre a alguien.
No disponen de su existencia.
Lloran por cualquier cosa.

Pero no son valientes como lo fueron a los diez años:
lo hacen de noche y en silencio y a solas.